Rutas e historias de montaña mas o menos normales, y alguna cosa mas…

sábado, 8 de junio de 2024

MIERDA

INTENTO A LA CRESTA DE LA TUCA DE LA GARGALLOSA (VALLE DE ESTOS)

Cada vez que paso por el valle de Estós y veo la Tuca de la Gargallosa me viene a la memoria una aventura curiosa y a la vez desagradable que viví en ella en mis años mozos. Advierto que es una historia fea y escatológica en la que la mierda con mayúsculas es la gran protagonista. Si te disgustan estos temas mejor que no sigas leyendo...

Foto 1 : El Perdiguero (detrás y arriba) y la mole rocosa de la Tuca de la Gargallosa. La primera torre es la Aguja de la Gargallosa o Capucin Arlaud. En la  parte baja de la canal que hay a su derecha (en la foto en sombra) ocurrieron los hechos...

Cronica de la actividad

La mole chata y desgarbada del Perdiguero es una de las estrellas del valle de Estós. En la zona inferior de la vertiente sur de esta montaña se encuentra la Tuca de la Gargallosa, una enorme mole rocosa cuyo aspecto altivo e inexpugnable atrae la mirada de los excursionista que recorren el camino que va al refugio de Estós.

Desde la cima de la Tuca de la Gargallosa (situada al norte de la mole, realtivamente cerca del collado de la Gargallosa) un desfile de torres forma una cresta que desciende al S-O en busca del valle. La última torre, una esbelta punta rocosa conocida como Aguja de la Gargallosa o Capucin Arlaud que se eleva vertical sobre las laderas que bajan al llano de Turmo, acentúa la sensacion de inaccesibilidad del conjunto haciéndolo aun mas atrayente e interesante. 

Los hechos ocurrieron en el otoño del 1979 cuando con Paco y Anselm, dos montañeros-escaladores que veía de tanto en tanto, fuí al valle de Estos para intentar hacer la cresta sur de Tuca de la Gargallosa. La idea era acceder al inicio de la arista por su vertiente sur, escalando la canal rocosa, vertical y muy evidente que alcanza la brecha que separa la Aguja de la Gargallosa del resto de la cresta. Una vez allí ya veríamos...

Tras una buena y agradable caminata desde Benasque a media tarde llegamos a la cabaña de Turmo. Aprovechamos lo que quedaban de luz para localizar el inicio de la la ruta de aproximación que deberíamos hacer unas horas mas tarde. Después nos entregamos a una potente cena a base de
 ensalada de tomate en conserva con cebolla, olivas, sardinas en escabeche, anchoas y alguna delicatessen mas,  acompañadas de mucho pan y el vinillo de la bota que había traido Anselm. Tras una divertida sobremesa nos fuimos a dormir. Nos levantamos antes del amanecer, dejamos los sacos, el fogón y algunos trastos bien recogidos en la cabaña y, tras un suave tentempie, nos pusimos en marcha.

Guiados por la luz de dos linternas de petaca cruzamos el río por un puente cercano y, dejando a la derecha el camino que pasa por los restos del antiguo cuartel militar, iniciamos el ascenso directo por una empinada e intrincada ladera boscosa. Mas arriba, siempre sin senda, continuamos por los prados y pequeñas pedreras situados al pie de los muros de la vertiente oriental de la Tuca de la Gargallosa. El instinto, la suerte, y la breve excursión de reconocimiento del día anterior, nos ayudaron a orientarnos correctamente en la oscuridad. Sin grandes complicaciones, alcanzamos el inicio de la canal. El día empezaba a clarear y las estrellas se difuminaban en un cielo limpio de nubes.

Tras liberarnos de las mochilas y picar algo de comida, iniciamos el ritual de ponernos algo parecido a un arnés, el casco, preparar las cuerdas y el material de escalada. Pronto estuvimos listos y deseosos de iniciar la escalada de la canal de la que no teníamos reseña y sabíamos bastante poco. A ojo le echamos una altura de unos 200 metros que, con las cuerdas de 40 metros, representaríá 8 o 10 tiradas con una dificultad que no debería ser mayor a IV+. Respecto la cresta alguien le dijo a Anselm que era larga pero mas fácil que la canal y, algo importante,podía abandonarse sin grandes problemas por una linea de cornisas herbosas que, mas o menos horizontal, atraviesa la vertiente sur de la Tuca de la Gargallosa.

La cena de anoche  no le había sentado demasiado bien a Anselm. Nuestro amigo se sentía bien, pero desde que empezamos a caminar no paraba de tirarse pedos sonoros y apestosos. Habíamos acordado que hasta la brecha sería él (que era el que tenía mas grado de escalada) quien subiera de primero. Para ir mas tranquilo el hombre quería vaciar el vientre antes de meterse en faena. Lo intentó varias veces pero solo consiguio sacar gases. Se hacía tarde, la actividad sería larga y no podíamos esperar mas. Así que iniciamos la escalada...

Foto 2 : Detalle de la canal de acceso a la cresta de la Gargallosa. De forma aproximada se indica el trazado (línea amarilla) y los puntos de reunión de nuestra escalada. Nos retiramos a algo mas de 1/4 de altura de la canal.

El primer largo fué fácil y los hicimos sin problemas. En el segundo, algo mas corto, la escalada se complicó un poco,  pero no fué obstáculo para Anselm que con su "propulsión a chorro" lo salvo fácilmente. Reunidos al pie de la tercera tirada, medio en serio medio en broma, urgimos a nuestro amigo a que salir hacia arriba antes de que el fétido olor que dejaba nos hiciera perder el sentido. Y así lo hizo...

Anselm escalaba rápido y bien. Pronto desapareció de nuestra vista y nos dijo que iba a poner un clavo para asegurar un tramo de placa seguida de un bloque empotrado. Tras los golpes de martillo de rigor las cuerdas volvieron a correr lenta pero regularmente durante unos cuantos metros, y volvieron a detenerse... Extrañados preguntamos que ocurría.  Desde arriba nos respondió una voz ronca, gutural... "Estoy en un mal paso, el último seguro lo tengo unos diez metros por debajo y  me estoy cagando..." . "¡Menudo marrón!", pense sin decir nada . No sabía lo acertada que era esa expresión...

Controlando los retortijones y apretando fuertemente el culo, nuestro amigo acabó de escalar la placa y alcanzo una mini-repisa situada bajo el bloque empotrado. A la derecha de la misma  había una fisura con un viejo pitón que ya había visto desde abajo. A toda prisa paso una cinta por el mismo y se aseguró. Después, en un último y sublime esfuerzo de contención de esfínter, se bajo los pantalones girandose hacia la pared. Cuando el culo quedo al aire no pudo mas y, con una violenta convulsión, los intestinos dejaron escapar su carga...

Ajenos al drama que se desarrollaba mas arriba, esperábamos a que Anselm solucionara su problema sin darle importancia al asunto. Sonreimos al escuchar el sonido característico de gases y heces descompuestas. "¡Menuda cagalera!", comentamos entre risas. Dejamos de hacerlo cuando, unos instantes mas tarde, nos llegó un hedor fétido y penetrante. Primero nos tapamos las narices, pero al ver que la peste persistía no tuvimos mas remedio que resignarnos y aguantar el tipo. Por lo menos Anselm se había aliviado y podríamos continuar sin mas incidentes....

Tras una largo rato en silencio nuestro amigo dio se señales de vida. Había recuperado su voz habitual que sonaba descansada y preocupada a la vez. Nos dijo que había quedado aliviado pero que había dejado el lugar hecho un asco... Le contestamos que no se preocupara, que ya nos arreglaríamos. Preguntamos si podíamos empezar a subir pero dijo que no. La repisa era demasiado pequeña y estaba muy sucia, por lo que miraria de salvar el bloque empotrado y montar la reunión mas arriba...

Pasaron un par de minutos antes de que la cuerda volviese a correr durante un rato. Un poco después vino una nueva parada seguida de un ” Ya he montado la reunión. Subir y que no os pase nada...". Para nuestra desgracia subimos...

A media que subia el olor se hacia mas intenso y penetrante. Pero la mente es sabia y sin llegar a acostumbrarme consegui tolerarlo. Tras doblar un pequeño espolón alcance la base de la placa rocosa. Liberé mi cuerda del mosquetón que pasaba por el clavo y pase la de Paco que venía unos metros por detras. 

La placa era fina y las botas rígidas no ayudaban, pero poco a poco fuí subiendo hasta situarme un par de metros por debajo de la repisa. Entoncés ví que en la roca habían algunas salpicaduras de mierda que, por suerte, podían esquivarse. Admirando a Anselm por lograr salvar este tramo en unas circunstancias tan difíciles, me elevé por la pared hasta que mi cabeza alcanzó el nivel de la repisa, y ví el panorama... Pequeñas y grandes porciones de mierda blanda escampadas por todas partes. En la repisa, en las paredes... El olor era nauseabundo. Necesitaba taparme la nariz, pero no podía dejarme ir de las manos. Solo acerté a decir una frase “¡Hostia puta, vaya mierda...!”

Pero aquí no acababa la cosa. Los rastros de heces seguían pared arriba, tiñendo cada una de las presas de mano y de pie donde necesariamente había de cogerme para superar el bloque empotrado que tenía mas arriba. Pasado el mismo, cómodamente instalado en una buena reunión, Anselm, avergonzado, no cesaba de disculparse. Yo intenté aguantar el tipo y le dije que tranquilo, que no pasaba nada. Pero sí pasaba. Y mucho...

Me elevé, primero por la placa después por la pared, todo lo que pude intentando evitar la repisa cagada. Pero mi nivel de escalada no me permitía seguir ese camino. Tras varios intentos, cuando ya me entraba el tembleque en las piernas y empezaba a notar la tensión de los tendones de las manos que precede al calambre, desistí de mis intentos y entré en la pequeña repisa. Me dio la impresión de pisar una de esas placas turcas de los bares que siempre están llenas de porquería, y sentí una profunda sensación de asco... No era ningún “triquismiqui”, pero la situación me superaba. Tenía que salir de allí rápidamente. Con voz transpuesta le pedí a Anselm que mantuviera la cuerda bien tensa y subí a toda leche, cogiéndome como y donde podía. Notaba que los dedos y las manos se ensuciaban, pero intente ignorar esta sensación y concentrame en salvar el paso lo antes posible ...

Ayudado por la cuerda no tardé en llegar a la reunión. Inmediatamente me despojé de la mochila para sacar un rollo de papel higiénico. Entonces caí en la cuenta de que con esta maniobra me había pringado la camisa, los pantalones y la propia mochila. Sentí que me mareaba, que me venían arcadas. No pude controlarme y, casi sin darme tiempo a reaccionar, empecé a vomitar. El panorama era dantesco... La pared estaba hecha una pena, y de Anselm y yo mejor no hablar...

Al llegar a la altura de la repisa enmierdada, y ver el panorama que había mas arriba, Paco lo tuvo muy claro y nos dijo que pasaba de subir. Una decisión sabia... Yo me uní a su propuesta y dije que también me bajaba. Anselm se sentía culpable y no se atrevió a contradecirnos.  

Descolgamos a Paco hasta la reunión de abajo. Después me tocó el turno a mi, que también bajé descolgado pues, ¡a ver quien era el majo que hacía un rapel con aquella cuerda! Por último bajo Anselm empleando uno de los mosquetones de la reunión a modo de polea.  Repetimos la operación en la siguiente tirada. La última la destrepamos. Antes de las nueve de la mañana volvíamos a encontrárnos al pie de la canal. Sólo habíamos ascendido algo menos de una cuarta parte de la canal... 

Doblamos las cuerdas de cualquier manera y, atándolas al exterior de las mochilas y sin guardar el material, bajamos corriendo ladera abajo hasta el río Estós. Allí lavamos varias veces nuestros cuerpos, ropa, cuerda y material, hasta que nos pareció que no quedaba rastro de mierda. Después nos tumbamos en un prado mientras se secaban minimamente las cosas. Durante el largo descanso comentamos nuestra desgracia, pero nadie lamentó haber abandonado la vía. Finalmente nos venimos arriba y prometimos volverlo a intentar mas adelante...

Pasó el tiempo sin que pudieramos coincidir los protagonistas de aquella escabrosa y apestosa historia . La promesa de volver a la cresta de la Tuca de la  Gargallosa quedó sin cumplir y, por mi parte, paso al olvido...  

Desde entonces han pasado 45 años. Cada vez que yendo por Estós veo la Tuca y la Aguja de la Gargallosa recuerdo aquel día con cariño y no puedo evitar una sonrisa. Fue una experiencia desagradable pero muy vital, y según como se mire hasta divertida... Como la vida misma..

Foto 3 :  De izquierda a derecha, Aguja de la Gargallosa o Capucin Arlaud, Tuca de la Gargallosa, Collado de la Gargallosa y Cresta de la Gargallosa



EniEn Gener 2011 - Revisat i actualitzat en Juny 2024

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